lunes, 14 de diciembre de 2009

Allá en el cielo o en el infierno, no recuerdo.

Lo que dirían si supieran ellos lo que me hace falta. Se reirían. Incluso dudarías si alguien puede sentir tal apego. Sí, no estoy loco. Entre dientes oí de unos pocos que se marchaba. Nunca supe a dónde, ¿algún día me lo dirá? Y a pesar de que el mundo para unos es pequeño, hoy, que se esconde y yo le busco, híjole, el mundo parece infinito. Pero son las ciudades y sus casas tan pequeñas, en algunos lugares (no he visitado las grandes urbes) he tocado más de treinta y cinco mil ciento tres puertas, que me dejan al final de la jornada, desanimado. Apunto del suicidio, gritó un mal nacido que me vió llorar sentado en la acera y él en una pecera se alejaba. Podría ser verdad -pensé más de dos ocasiones, si el destino no lo quiere yo sí, la muerte. En ese momento de valentía la palabra muerte valía menos que una moneda de cinco centavos para un mendigo, era yo fuerte, estócio para con ella, tal vez en esos seis segundos que pasaron pude haber embestido un tren, saltado de un edificio o enfrenter a una pandilla, acaso tan valiente como yo. Podía, pero no quise. La reflexión fue más fría y contundente que la última vez, la idea de encontrarle seguía en pie, lo del suicidio ya era un tinte de locura, que si bien no era de mi apetito quitarme la vida, la disociación de la realidad era alarmante. Iba y venía de años atrás a un futuro de décadas sin apartarme del presente, casi sonámbulo cuando toqué la última puerta del día, y de mi vida. Recuerdo su mano como comenzaba a sudar al tacto con la mía, y aquellas mejillas soportando el rubor además de su dulce olor en primavera cuando dicen amor, salta una hoja de árbol o en la arena los pies dibujan la silueta. Te lo dije. Terminarían con carcajadas al enterarse de mi declaratoria de amor. Inventarán peores argumentos que los de un enamorado pero no me preocupo, algún día estaré a su lado. Sí, le sigo buscando. Y en esa casa no te vine a encontrar pero de su paradero obtuve información. Yo no lo pensé dos veces. Primero era el suicidio manifestándose como una señal no de muerte pero de vida. Y morir significaba no volverte a ver y extrañarte toda otra vida, por eso el miedo y la rápida reflexión de no ceder.
He atado los cabos. Supe por los inquilinos de la casa que ella alquiló que se ha quitado la vida para buscarme en la muerte; y por eso he querido preguntarte todo este tiempo que te he visto aquí, indistintamente mirando al suelo, deshaciendo constelaciones, provocando marejadas ¿eres tú, quien me ha estado buscando?

viernes, 11 de diciembre de 2009

El amor.

Es atrevido hablar de amor,
cursileria pasada de moda:
flores, un mantel; una coda,
su tema terminaba con tambor.

Es fácil pronunciar "amor"
acompañarla con guitarra
un son, qué esperanza
estando enamorado un cantor.

Cuan peligroso es el amor;
añoré aquellas clases
para devolver el tiempo
olor a chocolate, fragancias
de aquellos regalos no obsequiados
de poemas recitados en el baño
de mis gritos bajo el agua
del dolor imperceptible
y crónico tras el amor.

El amor y sus lugares comunes
tus ojos profundos más que el mar;
un sol opaco ante tu cabellera;
que te amo y doy la vida por ti;
tu piel, rocío de madrugada.

Así, sin rostro este amor,
lo reconocería en una noche sin luna
de espectros fortuitos y fugitivos
y yo, embriagado de licor.

Porque así es el amor,
comprenderlo es absurdo
sentirlo es natural.

Conversación de pie.

Templado como aquel cristal através del cual veía tu cuerpo en aquella gélida reunión, tu semblante. La maestría del tacto había, por un largo tiempo, desaparecido. Los diccionarios no albergaban tales palabras hasta que él las hubo pronunciado. El olor del barníz parecía tomar una solidez en tu rostro. Te lo dije, no debimos inhalar solventes. Ahora ya que lo hecho ha nacido para ser recordado por nuestra memoria ¿por qué te aflije el no poder olvidar? Al mediodía el vapor que de su boca exhalaba me seguía drogando. Lo evitaba pero trataba estar más cerca de él, acaso besarlo. Permíteme llorar. Ya han pasado años y tú te empeñas en morir de tristeza. Pero ella estaba allí, un escultural cuerpo de hielo, derritiéndose en sus manos, en las de ellos. Congelado yo por la suma de incapacidades y la disminución de mis signos vitales me vi obligado a sentarme, me desvanecí. Al despertar conocí el olor a sangre, era fétido e insoportable aunque el solo ya se había ocultado. Olvídalo, si continúas me voy. Lo tenía que decir, fue necesario desahogarme. Todos, incluyéndote, estaban inconscientes y esparcidos por toda la habitación. Desnudos como yo los vi por última vez. Seguía drogado. Lo hice acaso para comprender tu nueva figura. Continuabas a esa temperatura enigmática de tu cuerpo emanada. Un calor visible, palpable y contagiable al punto que ellos también. Pero sus cuerpos calcinados. Entonces era tu sangre más oscura en la pared que la brotada de tu piel cuando te vi acostada por segunda vez. Entonces supe que era yo el culpable. Por eso odio tu belleza diabólica tras la ventana, tu escultura derretida sobre sus vestidos, todo lo de ti hasta mí mismo. Confesé mi delito pero la prisión no curó mi aflicción ¡Oh amada mía! intenté suicidarme y descubrí que mi castigo es ser inmortal que no podré amar a nadie como tampoco olvidarte, recordaré siempre tu cuerpo derritiéndose, tu cuerpo derretido, el de ellos calcinado, el mío muriendo y reviviendo a cada instante como un inmortal que vive para su dolor, como un mortal que a muerto por un amor.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Para ti.

Podría decir infinito
no tanto... un poquito menos,
lo que te quiero a ti
lo que recorrería
por no decir hasta la muerte,
no vaya a ser que me arrepienta.
No es esto un poema,
ni un intento,
no tanto... un poquito menos.

Te irás,

Te irás,
De cualquier forma te irás.
Yo, al cerrar este cuaderno,
Olvídalo allí, que fermente;
De mi memoria, es decir,
Mis recuerdos, te irás.

lunes, 17 de agosto de 2009

Espuma varada.

Mírame, espuma varada,
Sumergirme en un jarrón
y felicidad
Mírame, en un tiempo
burbujas extintas
unos aplausos,
qué risa.

Mírame, noches enteras
la luna que se hace vieja
el sol que no se rinde,
Espuma,
Mírame, un imperativo,
singular,
tú y yo en su presente.

Mírame, espuma varada
sobre mis pies,
que yo no dejo de tocarte
para mí,
es imposible olvidarte.

miércoles, 29 de julio de 2009

Cuando me diste un "sí".

Inolvidable noche en la que me diste un "sí". Todo callaba por ser madrugada excepto tus lágrimas y las mías que apenas susurraban nuestros oídos; no distinguíamos cuanto dolor caía sobre nuestra piel pero sí calculábamos la distancia entre nosotros dos, era inmensa, ¿lo recuerdas?.
Me diste un sí como hace cuatro años, sentados esa vez en un jardín, bajo el sol de primavera haciendo vivir los verdes que acompañaban aquel bello monosílabo. Ayer me dijiste que "sí" y yo no pude decir lo contrario, era imposible, aunque me opusiera tu afirmación eliminaba cualquier negación. Los automoviles esporádicamente me distraían y no fueron suficientes para ambientar tanto silencio amargo, ese llanto silencioso tan mortal como el veneno oculto del alacrán. Solo su canto percibo. Pero entre tú y yo nos separa ese "sí", entre los alacranes una cándida conversación.
Solo sé que ha pasado más de una década de aquél sí y sigo pensando en el ayer; tu blusa medio abrochada, los dos sentados en la cama a una insoportable distancia, yo intentando ser sordo y estoico pero, preguntarte ¿quieres que me vaya? la respuesta, como ves, no podía tener peores consecuencias.

Dígame usted.

Quisiera decirle
querida semejanza
los espejos abrazan
al cuerpo sin el alma,

la mía calcinada
la suya putrefacta;
un sol los evapora
a los húmedos cuerpos
que detienen el viento,

y aparecemos usted y yo,
desnudo en el espectro
usted tendido en el suelo,
para proponerte:
ser yo el del espejo
usted el que se vuelve viejo.

sábado, 25 de julio de 2009

En cuatro tiempos.

Conozco esa historia
en la que cerramos puños,
soltamos la ira, decimos mentiras,
nos herimos hasta sangrar por dentro
cicatrizar por fuera.

Conozco esa historia
en la que el cuerpo tibia
aparecen las promesas,
reconciliamos los besos
embalsamamos lo nuestro.

Pero olvido la otra,
la otra historia,
donde dormimos abrazados
donde te digo que te amo
donde la cama no se hace a un lado

Pero olvido esta historia
la que me cuento en los momentos que no te tengo
donde juro a quién sabe quién que,
donde quiera que estés
donde yo quiero estar.

De las iluciones ópticas.

Deja las drogas.
Y daño concluido.
Pero entonces les digo,
¿Cuáles drogas?
¿Las que se inhalan,
fuman, mastican, beben,
inyectan o las que escuchamos,
leemos, aprendemos, enseñamos,
creemos, aquellas que hablan
irascibles de nosotros?
Porque tú acentuas
una dependencia al odio
una necesidad al reproche
una avaricia del todo
que nunca deja nada.

Daño concluido,
el de tu perfume
que se desenvuelve
conquistando
ya tu ego
ya tu nombre.

Prohibamos aquéllas drogas
como la misericordia,
no para dar lugar a la soberbia,
como la lujuria,
no para ser castos únicos en el planeta,
como el odio,
no para llenar este mundo de felicidad,
simplemente,
para decir que no hemos venido a él en vano.

martes, 7 de julio de 2009

Sello postal.

Como un soldado que va a la guerra, sabiendo que no será su muerte anunciada pero que no confunde resignación y esperanza, Cejo recibía las cartas con tal ánimo de lágrimas. Las palabras de amor que a sus oídos llegaban, no como estruendas cascadas, sino como espuma sigilosa embarcada en la palma de una mano, lo hacían feliz hasta lo inverosímil. Nadie, hasta ese día, creía de Cejo tales sentimientos. Su frente cubierta de arrugas, los labios peor agrietados como su carácter pésimo que el de un ermitaño, no dejaba duda, era un eterno solitario. Pero las conclusiones a primera vista hasta al mejor músico le fallan.
Cejo llevaba poco tiempo recibiendo correspondencia de una anónima, de eso nos enteramos por la usurera, que era amante de hacer una noticia hasta de un beso de despedida.
La anónima, así de enigmático su nombre, así de clara su procedencia, era tan famosa en el vecindario que cobró vida en la colonia. Amanecíamos escuchando sus versos, sus cuentos, toda prosa que Cejo, o más bien, Pepa, la usurera, nos recitaba. Comíamos sus platillos porque hasta recetas le mandaba a Cejo haciendo muestra de sus dotes culinarios. Incluso, el primer nacimiento después del conocimiento de La Anónima, decidieron que llevara el nuevo retoño tan enigmática identidad. El caso es Cejo. Este hombre que en sus rutinas no había nada de habitual por lo que era difícil adivinar la hora en que llegaría de trabajar como la hora en que despertaría para almorzar; fue cosechando una rutina, la de esperar al cartero. Por otro lado, cuanto más habitaba en nuestras casas La Anónima , poco a poco fue llegando a nuestros corazones al punto de esperar junto con Cejo -toda la vecindad- la correspondencia. Un buen día de esos, que no son los domingos, Pepa, la usurera, decidió investigar si La Anónima realmente carecía de identidad, duda que tenía porque hasta ella contaba con una. Empezó por las cartas. Revisó caligrafía, el tipo de papel, los timbres postales, los sellos de oficina de correos y, después de arduo trabajo, advirtió que los sellos tenían décadas en desuso, incluso que los timbres no eran del país, sino extranjeros. A Cejo esto le importaba poco; Pepa, la usurera, trató de persuadirlo para concertar una cita con ella pero todo artificio carecía de efecto pues La Anónima obviamente carecía de dirección. Cejo al mismo tiempo se iba enamorando más de La Anónima o de sus cartas, no lo sabíamos, no sabíamos si era ella quien las escribía o si La Anónima era algo como nosotros. Las cartas de dicha persona no eran siempre de amor pero nunca faltaba algún mensaje guardado en el interior que tal vez Cejo nunca fallaba en encontrarlo tanto que le iban construyendo un nuevo camino. Él por su parte, nuncá leyó un libro, texto de la escuela o incluso un insípido artículo de periódico. Todo esto y más había cambiado en él. De un momento a otro, lo más extraño de todo, Cejo cambió su semblante. Fue como si hubiese muerto en el cuerpo de él todos los malos hábitos, hasta los que nunca existieron solo en conciencia, indescifrables espectros. Recuerdo que un día anterior a ese brusco cambio, Pepa, la usurera, nos recitó un poema de La Anónima, del cuál recuerdo una parte:

Si los viejos nacen como el sol cada día
que ha parecido eterno ante nuestros ojos
como sus rayos cada día se reinventan bajo nuestras sombras
El tiempo entonces es solo algo que ya ha muerto


Y ¿Quién se reinventa cada día? como los rayos del sol siendo como oro que nunca pierde valor, ¿ Por qué nosotros, fusionados a una ambigua realidadm no dejamos de perecer para así entonces nacer a cada instante, sin miedo a perder lo ya inventado? Nos aferramos a recibir cartas con remitente, palpar el sobre, saber si es de papel, pero Cejo, es feliz, más feliz que nosotros porque ya no se pregunta por La Anónima, él ya la conoce sin nombre, sin espectro en su imaginación y, nosotros en cambio, nos seguimos preguntando quién es.

sábado, 27 de junio de 2009

De cera es mi pluma.

Los melancólicos días de invierno:
Un frío espantoso que recorre verano
Aunque tu sol de primavera,
Cálido como el de otoño
Son historias que van
Las mismas que regresan.
Por años y por años
Llevamos el mismo nombre
Tratando de ser iguales,
Iguales a los que quieren cambiar
Día a día con penas añejas.
Entonces celebramos, sobre el betún
Contados nuestros años,
Una sobrevivencia,
Una supervivencia a las luchas realizadas.
Realizadas también en tu campo de batalla.

Esperábamos diciembre
Sus luces, sus abrazos
Y así nos dimos cuenta
Lo efímero de un aplauso
Como hoy en tu cumpleaños
Que al abrir tus regalos
Mirar el pastel como
Apapachada por un abrazo
Advertirás no son los ingredientes
Que en un día esperamos
Como el cariño que deseamos eterno
Cuando no lo tenemos.

En las prisas,
Las de todos los días,
Se percata uno mismo
De que los años son para el tiempo
Y el tiempo es para nosotros.
Es para olvidarlo,
Pensar que son las cuatro,
Que son las cinco y no te has ido,
Que despiertas a las seis
Ya son las ocho,
Que tu cumpleaños es hoy
Ya no mañana.
Debo decirte:
Mañana,
Mañana también cumples otro año.

viernes, 26 de junio de 2009

"Forward"

Háblame bajo la sombra,
la sombra de un manzano,
la sombra de un cómplice árbol,
él ya lo sabe todo,
pero debajo de una sombra
que el sol descubre nuestras intenciones,
las mías de tomarte,
las tuyas de beberme.

Escúchame de noche,
porque las palabras no las verás
ni las estrellas las iluminarán,
y átame,
átame al manzano, átame al árbol
para no hacerte daño
con mi navaja guardada en los labios,
astutos labios bien entrenados.

Yo te vi de día,
y un fuego de madrugada
tu rostro aparentaba
como señal enclaustrada
las nubes que avanzaban;
colores y terciopelo;
labios: un beso,
el beso: un deseo.
Adiós.

martes, 23 de junio de 2009

Fue ayer.

Cómo olvidar tus manos en la bolsa, buscando dinero, encontrando las llaves, moviéndolas, sacudiendo la tierra, tu cuerpo inclinándose con el vaso apenas sujetado, tu ironía descartada y una riqueza aparentada, si cada vez que me veo al espejo tu figura se engrandece, me aplasta, me enloquece. Tu traje, el de hoy, es grandioso, lujosas tus facciones como el dinero bello que no llega a los pobres, tú que al hambre has olvidado, ahora pueriles necesidades. Tu bebida se acaba, tu sed no sacia, no te preocupes, volveré a llevarte otra copa más, una sonrisa sobre la charola; servida y amortajada, no importa, mi espalda. ¡Ay! Te preguntaría la hora pero el tiempo de los pobres no se da en relojes de diamantes, aunque falsos, estridentes en su tic tac, además te tengo que invitar una copa más;o sea, me tengo que quedar.
Cuando serví el veneno la noche aparentaba felicidad, hartas risas efímeras se propagaban con euforia determinada como el veneno en sus gargantas ya cantaba golondrinas ensimismadas.
Entonces yo, cazador, te alimento con una pócima y tú la bebes gozoso, feliz por la gracia que el placer te presenta y tu riqueza hereda.

Una noche con las letras.

Se llaman letras. Hace tiempo que las conozco, no a todas por igual pues unas son más conocidas que otras. Las más famosas tienen muy buena reputación además de gozar de muy buena amistad con las demás en la empresa. Mis amigas, las famosas, trabajan en la industria del lenguaje en conjunto con sus compañeras las Consonantes; mis amigas, las famosas, se llaman Vocales. Trabajan en la empresa Castellano, se dedican a formar palabras con la finalidad de crear ideas. Las conocí a las vocales en una tertulia hace poco menos del mes. La primera en entablar una conversación, por cierto muy amena, fue la A. La verdad que su figura me llamó tanto la atención, demasiado, que pensé en persuadirla para tomar un café y hacer de ese encuentro una noche romántica. Al charlar unos minutos advertí que sería imposible acercarme a ella sin yo caer enamorado y no ser correspondido. Se lleva bien con todas las Consonantes y fue así como me di cuenta de su humildad y nobleza. Me presento esa noche, la primera, a su hermana la O, muy simpática de voz grave, de seguro contra alto, de estatura de metro y medio y llenita, bueno, más bien gordita. Me divertí, no dejaba de ofrecernos chistes de los más variados géneros. Ellas, entre una y otra, entre la pausa y el descanso, un suspiro y comienza otro relato, me hablaron de sus demás hermanas, ellas eran la E, I y la U. De la E me dijeron que simplemente era la más enojona de todas como la más estudiosa, estricta en sus quehaceres y emprendedora en cualquier empresa. De la I solo cosas increíbles. La U, que llegó justo cuando hablabamos de ella, hablo de sí misma no muy convencida, tal vez estaba deprimida ese día.
De las consonantes, al parecer solo compañeras de trabajo, por otro lado, con un talento muy variado, hablamos poco. Cierto es que entre ellas, las consonantes, las hay taciturnas como la Hache, áperas y rudas como la Jota, secas como la Ka y líquidas como la Eme. Comentaron algo muy curioso sobre la Zeta, tanto que el interés ha crecido desde ese día, y dicen que la Zeta no goza de muy buena reputación en la empresa Castellano como en otras empresas, tan es así que aquí la confunden con la Ese o a veces hasta con la Ce. Y, por si fuera poco, no tenían derecho a comportarse así con ella pues si bien no tiene mucho trabajo y no se lleva bien con todas es porque siempre ha mantenido una cierta exclusividad en su trabajo. No la conozco pero sé que lo que se habló de la Zeta es cierto.
Las reuniones de las letras siempre tiene un propósito y la reacción de una reunión que lleva entre ellas un propósito aunque sea el de convivir, deja algo bueno. En los últimos encuentros resolviero algo sobre las sílabas. En ese acuerdo catalogaban el papel de cada Consonante dentro del resultado de un producto (la palabra) fue así que la Jota, G, Ka, Qu, Ce, a la sazón formaban un grupo muy reducido llamado Guturales, así tambien se crearon otros grupos con el nombre de Dentales, Labiales, Nasales y sus combinaciones LinguoDentales, LinguoPaladentales, DentoLabiales, etc.
Tenían sus accesorios dentro de la empresa, eran especie de alhajas que las hacía resaltar como el la comilla arriba que le llamaban acento, a una línea intermedia que usaba exlusivamente la n llamada circunflejo y los aromas, como los prosódicos que acentuaban la presencia exclusivamente de las vocales.
He sido invitado por un par de vocales inseparables que les llaman diptongos, me han dicho que habrá una tertulia en casa de la De, creo que será un pretexto para conocerlas más...

domingo, 14 de junio de 2009

Juegos de mesa.

Coge un sueño,
Échalo al cesto,
Por falso,
Por cierto
Deseo provocado
Como el ánimo
de tus risas
que giran
y giran
por pura prisa,
Como la blusa
que cae
noche
tras
noche
Y,
Que después,
Resulta
El final
De una cena.

Dime mi nombre;
Adivina eres
O para ti,
Todos
Se llaman igual,
Porque así aprendí
Prestidigitación
Y con las manos
Sé si me aman
Como
Por tus labios,
Que nunca hablan.

Los dados son:
Un juego de azar;
Número par,
somos impar;
tú y yo lanzamos
A la serpiente,
Sube las escaleras,
Sueltas la mano,
Me dejas.

Me dejas allí:
Un juego de mesa,
Lo buscas aburrida.
Lo encuentras por el azar,
Sí, te gusta el azar,
tirar los dados y
Sacar un número par.

viernes, 5 de junio de 2009

Amante de verano.

Sus manos caminan de piel en piel
Percibiendo calor,
Abandonando humedad,
Rompiendo el cristal,
El de la castidad;
Tersas, sin vestigio del suceso cruel,
Sus manos caminan sujetando los pies.

Persiguen olor, el dulce aroma miel.
Se figuran cientos de palabras por pronunciar
Todas y ninguna de ellas se alquilan
Mientras el dinero se use para comprar
Mientras comprar sea solo por necesidad.

Y, de piel en piel, llegado el amanecer
Soy sorprendido robando tus alhajas,
Imitación del oro verdadero
Dislumbrando a tu alrededor,
Pero la culpa es siempre legítima.

martes, 2 de junio de 2009

Al final de la zeta.

Me preguntaban por el Zócalo, en ese momento otras personas gritaban "sácalo" al poco tiempo después agregaban "sécalo" , no sabía del Zócalo, ni de lo que iban a sacar como secar. Pero fue suficiente para darme cuenta que la realidad era ambigua. La casa de color azul ya se confundía con el cielo nítido, entonces ignoraba la dificultad de llegar al cielo como a la casa azul. Los arbustos verdes estaban plasmados por la naturaleza, que a su vez cuando quise cojer un fruto noté
que era un mural y, los frutos también tenían el mismo sabor. Los turistas, en poco tiempo olvidados, muy pronto recordados, fumaban ahora un cigarrillo, preguntaban por el Zócalo, y seguían fumando. De pronto civilizaciones extintas saltaban de nuevo
a la vida. Me pareció ver algunos Etruscos y sus viejas costumbres labrando vasijas, elaborando armas, hablando en teoría. Y era como es. El tiempo no había pasado, o ahora dependía de mí. Los cretenses desaparecían para darle vida a Guaycuras que buscaban, cazaban, recolectaban, guardaban alimento, sustento como un respiro.
Es impreciso dar detalles de cuanto veía, abordaban las más extravagantes situaciones en un saludo, en una mirada al viento que chocaba con otra mirada, la misma que se fusionaba para mezclarse con otras, la ceguera de los turistas, la realidad imperante poco a poco era conquistada por fantasías, la gente que antes era gobernada por tiranos se curaba con licor al tiempo que conmiseraba su vida entera,
como el opio, su planta favorita, proyectaban lúcidos sueños, desvanecía la tez, invisibles porque no los vi, a ellos preguntando por el Zócalo, al espacio ocupando lugar.
Del otro extremo, rostros de cartón, reciclados, y disponibles para reciclarlos otra vez, cuantas veces sea necesario, hundirse en un pantano para aparecer en altamar y arrivar a la luna, viajar al sol para traer calor, sumergirse en una nube y beber su agua para ahogarse en la lluvia, reencarnar en un mineral, volver al mar, sal.
Ellos seguían allí, soportando la parsimonia del semáforo que indiscretamente seguía en rojo, indudablemente no había verde, otro cigarrillo, el humo se disuelve en sus rostros apresurados, ansiosos de un color, optaron por amar el rojo, pero este a su vez se acabo, la sangre empezó a correr, la vida en diminuendo, no soportaron más tiempo para volver a amar el deseo de un color, de un verde, adelante, entonces amaron por siempre el rojo, detenidos en la esquina, frente a mí, fumando un cigarrillo, esperaban de nuevo con el ojo saciar la ansiedad, con el tacto cumplir la promesa, el Zócalo frente a ellos, mi navaja en su vientre consumó la devoción de sus deseos.

lunes, 18 de mayo de 2009

Debo decir...

La necesidad de buscarte no se ha revelado pero mientras tanto, sigo tus pasos, anclado, como de costumbre, a la seriedad de tus acciones, a la claridad de tus emociones. Te vi. Te seguí. Te volví a perder. Caminas rápido, lo sé, y yo me detengo a cada instante, lo acepto. Pero te alcanzo. Pero te pierdo, y si yo, cruel hombre que justifica su ira con alguna mentira, que cae al abismo -mismo que me has enseñado a construir- sin dejar queja alguna, al contrario, que vive asomándose por la alcantarilla como una cucaracha que espera la noche para invadir, silenciosamente, tus bienes e infectarlos para destruirme a mí mismo, es la droga perfecta que me mantiene en calma.
He preguntado por ti, dicen que te han visto, que te han escuchado, que platican contigo, que vienes y no te vas, que aquí estás y no te irás; pero no te alcanzo, ni percibo tu presencia, desconozco tus facciones, pero sigo tus pasos.
Ayer no dormí para sorprenderte entre árboles y entonces abordar en el preciso momento la calle en que transitas o allanar la casa que habitas. Nada de eso. Eres tan ágil, tanto que el ladrón te ha perdido más de una vez perdón, lo concedes si conocerlo, sin verlo, se arrodilla él sin la intención de haberte agredido, un ladrón que solo se dice así mismo ladrón para pedirte perdón.
Aturdido, afónico, a lo mejor derrotado por no alcanzarte en el transcurso de cualquier destino, según yo mismo que transito, mismo que tú -al parecer- has tendido en recta, sin curvas o desviaciones; un claro, un solo horizonte, es lo que aparento encontrarme, te grito, te ausentas, y él aparenta calma, falso pues humedece con llanto el no haberte a tiempo encontrado.
Te he querido decir que soy feliz cuando me detengo que cuando camino, que soy fiel cuando miento y cuando soy sincero, que duermo aun de día o de noche y mis labios no murmuran por el ruido tratando de ensordecer la música que el viento toca, que siempre soy yo aunque me digan que tengo que ser como tú, pero sigo tus pasos.

-La fiel noche olvida la oscuridad,
¿Quién se detiene para perseguir el tiempo?
La evidencia para los culpables es
Como la noche que existe para los inocentes
Pues el oscuro invierno también es duradero
Tanto lo es que pasan años en silencio
El curandero y el enfermo,en una misma agonía,
Una misma noche que aparenta herejía.
Aparece otra vida, misma que se extingue
Entre aquellas haciendas que empobrecen
Los brillos estelares.
Una depresión nos ha enseñado, hemos aprendido,
Pero no es un arte elaborar una lágrima
Que pretende rodar y rodar
Hasta la sima alcanzar-

Después de todo, estoy pensando en mentir, decir que te vi, que te alcancé, tal vez que te detuve con la siniestra, saludé con la diestra, sí, lo he pensado, inventar una buena historia que simplemente, por orgullo o por apariencia, vengas y te aparezcas, lleno de magia, radienate como la fama, a mi lado, tú tendiéndome un lazo, yo siguiendo tus pasos.

lunes, 4 de mayo de 2009

El aniversario.

Este es mi regalo:
un verso,
un abrazo,
Una canción.
Pero no es este tu día
Sino todos, en realidad.
Bajo estas líneas
Hay cierta pasión
Que un presente
Apenas y puede aparentar;
Los abrazos, besos
Que hoy te he de dar
Los he almacenado
Como en una caja de cristal
Donde los puedo ver,
Acariciar,
Tal vez oler,
Veo su forma cambiar.
Tu sombra de noche,
Tu sombra de día,
Siempre tú,
Siempre tú y un reflejo
Que adormece mis emociones
Confusas como agresivas,
Entonces Madre
Me vuelvo tu Hijo.

lunes, 20 de abril de 2009

El humo de un pueblo.

De rara fisonomía, de opaco y borroso paisaje es Salamanca. Pueblo situado al sureste del estado de Guanajuato. Su nombre, producto de la conquista, viene de la ciudad natal del fundador. Aquí, todos conquistados, siguen el mismo trazo desde hace cuatrocientos años. La villa, que antiguamente así se nombró, vive practicamente en coma. Estado comatoso. Asimilando como un cuerpo su suelo, edificios, habitantes, incluso el mismo cielo, la ciudad apenas y respira. El tiempo no es precisamente progreso en este municipio. Hace varias décadas los caciques se han encargado de enfermar sus calles con letales baches, aplacar el alma del salmantino con infame limpieza, de hacer la cotidiana vida en algo un tanto depresivo.
La ciudad no ofrece mucho a los turistas si es que algún despistado se atrevió a pisar sus tierras. El río que cruza y que a la fecha lleva el nombre de Lerma no tiene ganas de mostrase pulcro a los viajeros. Su olor, ya desagradable por los desechos, ya muerto por las aguas negras, terminan por darle ese turbio color a sus aguas. El cauce de negras aguas practicamente divide a la ciudad puesto que hay tres puentes, dos de un solo sentido y uno de doble. Salamanca no es de grandes edificios pero para esa vista que desea ver hartas luces en la noche o infraestructura por la mañana, se encuentra con la refinería. La misma se encuentra al norte de la ciudad y ha de comprender alrededor de 1/8 parte de ésta.
Económicamente hablando, el petróleo es el sustento de este pueblo. La clase baja abunda, los ricos explotan sus necesidades, todos somos felices. Los que menos felices son, no dejan de serlo, al menos eso parece. No se quejan, no hablan, ni son mudos. La indiferencia es una típica especia que sazona cualquier plática respecto al Estado.
La gente en general es muy trabajadora, aunque si bien es cierto que la actividad de este pueblo empieza apartir de las 8 a.m., y termina alrededor de las 9 p.m., la jornada es siempre pesada, por lo regular duran más de nueve horas además de no otorgar en algunos casos, descansos y mal sueldo que impera en la mayoría de los negocios.
Para compensar las quincenas de los petroleros en la economía salmantina, organizan tianguis los días miércoles de la semana. Ubicado en el centro de la ciudad a un costado del mercado y abarcando cuatro calles. Es una buena estrategia para que el dinero se mueva y circule entre semana. Día axial. Aquí no se intercambia cosa extravagante, acaso encuentras utilerías para las chicas vanidosas, piratería de todo tipo, garnachas, verduras, artículos usados, autos, dulces, todo lo que parezca trueque.
Salamanca es uno de los 46 municipios que cuenta el estado de Guanajuato, guardan muchas similitudes entre ellas pero, por otro lado, tienen un punto en particular cada una, las momias de Guanajuato como sus callejones y túneles la hacen única en el país, la industria del zapato en León es una de sus principales características, al igual que las fresas en Irapuato representan un emblema, la refinería en Salamanca es el espectro que le da forma a ésta.
El humo de este pueblo sigue viajando en formas indefinidas, nosotros seguimos descifrando alguna señal de vida.

domingo, 19 de abril de 2009

Medidas para el amor.

Si las distancias existen es porque acostumbramos a medir objetos que no tienen longitud, sujetos del objeto del sujeto que lo invoca. Palabras que no podemos tocar, tinta viscosa en cartas de un enamorado, de un viajero apasionado.
Para el espacio que se interpone entre nosotros, vacío transformado: seres de papel, objetos de carne, tierra hojarasca;hay artimañas, neutralizadores de medidas: el cuerpo flota, y tú aquí.
¿Cuánto? Dime tú. Yo no sé de cantidades, números, fórmulas, ni conversiones. ¿Cuánto? Dime tú. Yo ignoro la equivalencia de la distancia entre la tierra y la luna como de tu amor hacia mí.
¿Cuánto? Dime tú, para saber todo lo que te voy a deber.
Aquellos pies decidieron medir, paso a paso, la distancia que tu amor recorre por mí. Aquellos pies no los he vuelto a ver. Sigo flotando, sin un gramo que me detenga en la tierra hojarasca, y tú aquí, a un lado de mí.

jueves, 2 de abril de 2009

Fragmentos

¡Sagaz ladrón, huye de ti, no de mí,
Juzgarán tus actos, serás condenado,
silencio perpetuo, en una cárcel de poetas,
completa ceguera donde las letras se revelan!

Primavera.

Muestra al viento el vuelo de las hojas que de tus pies arrancaron,
De tu boca, palabras en vano, ejercicio que entorpece al abecedario
Sobre tus pies, vanidad de un sol de verano, yacen sonámbulos
Sueños descalzos, figuras desnudas cubriéndose con la luna,
Tu ánimo se sepulta entre escombros de locura, insana amargura.
Instante febril por el que debes morir, de la luna al sol, del sol a la tierra,
Donde dejas esencia juvenil que emana de tus sueños, encuentras
Tierra árida, antigua compañera de la soledad y su cordura.

Muestra al tiempo el cauce del río que en tus pies se ha secado,
De tu boca, deshidratada sonrisa, movimiento que finge el cuerpo,
Sobre tus pies, cual piedras del río, hombres han dejado su voluntad,
Sueños descalzos, pronto vendrá otro valiente para tomar tu nombre,
Tu ánimo se ahogará en el pantano, grave ausencia del movimiento.
Instante febril, todo quedará como un júbilo crucificado;
Donde abandonas al espíritu, sacrificado y embalsamado, encuentras
Tierra árida, indispuesta a cosechar tu semilla, mentira que germina.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Disfraz de medianoche.

Aborrezco mis manos que están atadas al cuerpo
Como al continuo transtorno ofrece la voz y repito...
Un reflejo fugaz, un eterno confuso recuerdo
Oh alma! evade al espejo que llevo dentro
Muere la carne en mis caprichos,
Caprichos de un antiguo recuerdo

Oh alma! al cuerpo transtorno
La carne por mis caprichos aborrezco
Un eterno confuso recuerdo
Llevo dentro mis manos que están atadas
Un continuo reflejo fugaz ofrece la voz
Y evade al espejo un antiguo recuerdo
Mueren caprichos y repito...

Un confuso cuerpo evade al espejo
Un antiguo recuerdo aborrezco
Reflejo que ofrece la voz, fugaz transtorno
En mis caprichos mis manos atadas
está la carne que llevo dentro
Confuso recuerdo muere continuo,
y repito, Oh alma!

Amigo de mí.

Disculpa buen amigo si mis lágrimas se ausentan en tu funeral
Soy antagonista de esos colores ocasionales, negros e irrelevantes,
Soy ahora un anónimo en tu nueva vida sin necesidades.
Prometo llevar flores que se olvidarán, pero no iré al ritual.
Tal vez una foto me hará recordar tus gestos, al parecer sinceros
Entonces acaso mis ojos quieran hablar con gotas de mar
Que emergen y sumergen cuantas veces pueden.

Disculpa buen amigo si la carta no la puedes leer jamás
¿Cuántas veces callamos a la sinceridad que quería hablar?
También sé que las flores en el cementerio las arrancará el viento
Qué más da si fuimos emotivos por un educado sentimiento
Si mis palabras, viejo, se mueren conmigo.

Disculpa buen amigo si ahora eres para mi un difunto
Soy adversario de compromisos insignificantes, estúpidos y convencionales
Soy ahora un hombre que camina sin prioridades
Que no dinstingue entre los que intentan vivir,
los que desean morir o los que quieren revivir.

sábado, 7 de marzo de 2009

El sonido de las letras.

Amor de padres, a tu lado duerme,
nunca pereces, siempre lo olvidas.
Amor de padres, ah! respiro profundo,
y recuerdo aquéllos tiempos,
me enseñaban a caminar,
a veces me tropiezo.
Amor de padres, para unos, desconocido.
Pobres desdichados, sin voz, sin oídos.
Ah! Afortunado hijo que arropado descansas
velan por ti hombres dignos de alabanzas.
Amor de padres, para otros, invisible.
algunos me dijeron "lo veo sólo en sueños"
Ah! amor de padres, respiro profundo,
y recuerdo aquéllos tiempos,
no es cierto, no era un sueño.

viernes, 6 de marzo de 2009

Cambio de residencia.

La recepción fue formidable. Él creía que sería recibido con silbidos, recordatorios de quién era su madre, objetos no identificados volando sobre la cabeza;no, al contrario, desde que llegó al aeropuerto y fue recogido por una lujosa camioneta hasta el punto de llevar escolta hasta el complejo que lo esperaba, todo cuanto había visto nada de eso se esperaba.
Al llegar a su nueva habitación se percató que el sueño todavía no terminaba. Sí, su aposento medía alrededor de dos metros y medio de profundidad, unos dos más de altura y aproximadamente tres de ancho. Nunca había estado en un dormitorio tan cómodo -se decía a sí mismo- espero que esto dure más de lo estipulado. Su nuevo domicilio contaba entonces ahora con baño, sala, recámara y, lo mejor de todo, una vista hacia el mar. La ventana que le inyectaba el suficiente oxígeno a su desinteresada vida se situaba al norte del edificio estando él colocado en el tercer piso de dicha construcción. Ah! - contrajo un profundo suspiro y en voz alta dijo- allí te observaré majestuoso azul posado por siempre reinando sobre la tierra. Y se quitó de la ventana. No lo podía concibir todo en un día después de estar en cloacas, cuchitriles, cuartuchos que lo invitaban al suicidio, pues ahora moraría en un perfecto paraíso por el resto de sus días. No guardó ni un segundo más y se tumbó sobre la cama. Fue otra de tantas sorpresas. Tardó más en dormir que en olvidar el concreto en que antes reposaba sus agotadas jornadas. Ahora -con mucha ilusión pensó- falta probar el sazón de esta cocina. En esas andaba, escudriñando e imaginando cuando tocan a la reja y un oficial dice "Hora de la comida Galeote, fuera de la celda y las manos en la espalda".

sábado, 28 de febrero de 2009

De espalda a casa.

Doce horas de espalda a casa, fatigado,
amenaza la voluntad rendirse en llanto.
Once veces pienso en la hora que llevo, fastidiado,
atenta la vesania ser mi compañera en el llano.
Diez onzas no bastan para ignorar, castigado,
la ambición que aspiro obtener, un esfuerzo vano.

Nueve hombres a mi lado, desauciados,
arriendan su vida al depravado dinero.
Ocho horas con la espalda al suelo, cansado,
advierte el sueño las necesidades del cuerpo.
Siete días que aprueba la semana, uno de ellos,
admite una semenajanza a la libertad.

Seis párrafos contemplan una estrofa, moribundos,
aquéllos, soportan la codicia de la materia.
Cinco monedas evaluan la riqueza, disimulada,
entre millonarios y asalariados.
Cuatro de ellas en bolsa de pobres, insaciables necesidades.
La otra, solo una, la mantiene un millonario en su bolsillo.

Tres millones hacen desgraciado al más rico, necesitado,
al más humilde encuentra la riqueza en una sola moneda.
Dos oportunidades necesité para comprobar, tú, riqueza,
como la más grande de los males humanos.
Uno, solo uno, mostró a la opulenta humanidad, la pobreza,
como una herramienta que alimenta al alma su insaciable apetito.

viernes, 27 de febrero de 2009

Ente.

¿Por qué soy lo que seré sin ser antes lo que fui? Era. Pero, ¿He sido? Había sido. Si fuera yo siempre por lo que hube sido,¿en qué momento sería sin haberlo sido antes? Entonces ya lo habría sido.
El que yo haya sido lo que ahora soy, el que yo sea lo que mañana seré o el que yo hubiese sido lo que ayer era, no es más que el verbo ser en diferentes tiempos conjugados.

martes, 24 de febrero de 2009

Meses después.

Oculta agonía en la flor de primavera
es acaso el deceso de una ilusión
u otra coincidencia en esta depresión
como risa indefinida en una charla interrumpida.

Son sus pétalos evitando caer,
es la pérdida de creer en,
o es la fe la que culpa al amanecer
y todo esto tiene que suceder.

Como una fórmula la vida
como sus números el tiempo
siendo nosotros el objeto
el resultado: muerto
y todo esto tiene que suceder.

Sin fe, sin culpa. ( I )

De un pálido café era aquel pastizal del valle que sostenía la tragedia de un héroe, el drama de un protagonista. Los encinos, alejados por la naturaleza, no daban siquiera una sombra a este débil hombre que guardaba en su memoria las mejores hazañas que por su raza puediera realizar.Había trabajado exageradamente las veinticuatro horas de un día, es decir, las cien mílesimas que tiene un segundo, los sesenta segundos que tiene un minuto, los sesenta minutos que dan una hora y, así pues, los trescientos sesenta y cinco días que a veces resulta un año. ¿A qué dedicaba cada instante, constante e infracmentable? Por ejemplo, buscaba algunas virtudes, entre ellas las cardinales. La justicia era para él una importante virtud, allí residía, a su punto de vista, la relación con el Derecho natural. Y, el Derecho, lo tomaba como el equilibrio de dos fuerzas circustanciales dentro de una sociedad. Otra virtud quería encontrar en él, y esa era la templanza. Primordial porque era, según él, la que te hace capaz de regular los instintos y darle cabida a la razón mediante la voluntad. Los bienes materiales con esta virtud, desaparecían como un mero logro y alabanza a sí mismo. Una más con estrecha relación era la prudencia. La prudencia, como virtud, mostraba él, es parte del resultado de lo justo y lo injusto , de la tolerancia y respeto para con las personas. La última de ellas era la fortaleza. Sin duda, desde su perspectiva, era fundamental para que la razón actuara y no quedara hundida en el temor de ser o no ser. Era la que daba el empuje para vencer el miedo cotidiano, la que demostraba su posición mediante actitudes positivas dejando prejuicios que generan miedo hasta en los hombres más justos.

Es necesario aclarar que no lo aprendió de los libros, y tal vez para él no tenían el mismo nombre como el que antes les he mencionado. Sin embargo, sabía la presencia de lo justo, palpaba la templanza, intuía con prudencia y sentía fortaleza. Los pilares que sostenían tales ideales eran alimentadas por la misma sociedad en la que vivía. Todos se culpaban, unos a otros, llegaban a golpearse, a matarse incluso. Y se culpaban hasta por lo más mínimo alcanzando a herirse por lo más enormemente mínimo. Así lo veía él. No había cosa tan grande como la misma razón que nos da capacidad de hacer todo aquello que de nosotros depende, diminuto, pequeño casi invisible. Las aflicciones que día y noche azotaban a su mártir sociedad eran, por un lado, un incentivo para seguir en ello y, por otro, para preocuparse de sí mismo y no caer en esa letal enfermedad. (...)

lunes, 23 de febrero de 2009

Espontáneo

Cuando el lento es viejo
tiempo adentro muero ciego.
Cuando el dinero busco
delirio encuentro y, condeno
al viento depresivo,
al hálito persuasivo,
al hombre que detrás de él camino.

jueves, 19 de febrero de 2009

Luna creciente

Qué noche tan excitante la de ayer. La Luna que coloreaba con brillo ajeno la suerte de las nubes y el helado viento que cantaba entre los árboles escasos de este valle eran los principales actores de aquella escena que comenzaba. Pocas estrellas se prestaron para brillar pues ese astro, que mostraba luz sin temor, era la atención principal de cualquier mirada a la oscuridad. La soledad nunca había sido tan evidente como la víspera y, por otro lado, tan satisfactoria e indescifrable. Sentado sobre cualquier piedra que quisiera acompañar en este viaje sin movimiento, en este silencio a canto abierto, meditaba la ventura de las hojas que caían y se levantaban para unirse a esa sinfonía de la nostalgia que tocaba sin cesar las puertas de la opacidad.
Todo parecía tristeza perpetua pero de un momento a otro aparecía la felicidad repentina y también fugaz, todo cambiaba sin excepción. La Luna bajaba con ganas de esconderse bajo un monte, las nubes corrían sin detenerse como si huyesen de un crimen, los árboles se desnudaban sin pudor y se cubrían con vergüenza sin conocer la diferencia, las piedras cambiaban tanto su color como su figura y muchas de éstas desaparecían con frecuencia. Yo, por el contrario, seguía siendo el mismo, viajando sin movimiento, dormido y en pleno sueño.

Antes de nacer.

Aborrece sonrisas sembradas por costumbre,
calla los argumentos nacidos por el silencio
asesina la felicidad que lo vuelve desafortunado
sabe lo extenso que su ignorancia será
oprime tal injusticia que la razón lo condicionó

Mientras tanto, finge vivir entre muertos
usando vestimenta de algún vivo
estudiando una forma para desaparecer
reprimiendo anhelos, suicidándose para estar vivo
entre muertos que caminan, que respiran.

jueves, 5 de febrero de 2009

Mujer es.

Amanecí herida con una triste mirada perdida.
Busqué en el viento un vano reflejo de esas palabras de amor.
Tuve el valor de abordar una batalla,
de encarar con lágrimas esa mano que se alzaba.
Fui una guerrera sin armas pero con razones
para matar tu esperanza de mi derrota anunciada,
de nuestra victoria pactada.
Vuelvo a caer entre mortales abrazos,
en ese vendido júbilo que me das
para así escuchar inventadas alabanzas,
mágicos besos como un bálsamo de la amargura.
Prefiero morir sin alimento,
caer rendida en la tierra
y con el tiempo cubrirá mi viejo cuerpo transtornado,
con retoños que prometerán recordar aquella alegría
que no fue parte de una mentira.
El dolor que persiste como crónica enfermedad
alimenta mi espíritu
para no fracasar en encontrar
una sonrisa, la felicidad.

domingo, 1 de febrero de 2009

A contramano.

Es como un veneno que se traslada con paso lento la brisa de un mar sediento. Delirio en los recuerdos, es el pasado ocultado bajo tristes pupilas de sal. Lujuria exquisita, mal sin desertores, todos somos culpables por pensar en la abstinencia y hablar de obediencia.
Recorriendo con caricias tu cuerpo pretendo encontrar tu vientre, antídoto y libertad, entonces me declaro en busca de la inmortalidad.

viernes, 23 de enero de 2009

Ruta 15. (Parte II)

La fe no está ausente en los choferes. Tienen de todo. Fotos, rosarios, figuras, grabados, calcomanías, incluso hasta una virgen como copiloto. Hay una leyenda en calcomanía que en particular me llamó la atención y es la siguiente "Hoy salí con Dios, si no regreso es que estoy con él". Me sentí aliviado al ver tal leyenda pero, de un momento a otro, pensé en que yo también me podría ir con él, y no es que no quisiera, no era el momento. De suerte era una leyenda más, una frase que alivia los corazones más frágiles, que alientan los espíritus más caídos. Seguro estoy que él no recordaba en particular lo que llevaba a su costado como protector. He observado también cruces, rostros de sufrimiento, sangre coloreada sobre las hojas y Jesús como protagonista. Dudo que alguien pueda adorar tales imágenes en tales circustancias.
Los choferes llegan a adorar su trabajo, tanto así que le toman fotos a su querida combi. Y no sólo una, en muchas posiciones; la desnudan y la visten a su antojo. Pero el amor que profesan es del "afuerita". Lo es porque las unidades están de deplorables condiciones, no las limpian con entusiasmo o por lo menos eso se alcanza a ver: manchones en los sillones, chicles con años cumplidos, rayones con permanencia involuntaria y, en fin, cualquier objeto que a uno se le pueda haber olvidado y que otro lo pudo haber encontrado días después. Sí, la limpian, eso me consta, que le pasan una escoba por encima, eso lo sé, pues, llevan como prueba de su limpieza (algunos), escobas y trapeadores en ruta. Puedo abogar por ellos argumentando que tal vez sea más limpio transportar cerdos que humanos, los unos con falta de razón y, los otros, amantes de lo guarro. Los cerdos llevan la ventaja. No ensucian más su entorno de lo que ellos por lo regular viven, en cambio, nosotros, los seres humanos, ensuciamos más que en nuestras casas, nos liberamos. Pobres de ellos, de los que embarrar gustan, pobre de mí, que me ha tocado acompañar el moco de algún ajeno, oler los vestigios de algún vómito, de sentarme en un manchón de quién sabe qué.
Como complemento de una mala imagen tenemos que los operadores no usan uniforme. Y, si lo tienen, unos lo portan como verdaderos borrachos, y es posible que algún ebrio salga en madrugada a su casa mejor vestido que uno de ellos por la mañana a su trabajo. Sus camisetas son blancas, lo son o lo intentan ser. Rara vez se fajan. Su calzado llega muchas veces a ser pulcro, le incluiremos comillas a la palabra. Los peinados son variados, pues unos parecen tardar lo necesario frente al espejo acomodándose uno que otro pelo mientras que otros dejan de sobra tiempo para esto y lo incluyen en otras actividades, tanto que, podemos adivinar en qué posición durmieron un día anterior. No he querido fijarme en sus manos, si se cortan las uñas o no, la verdad no considero tan necesaria tanta explicación y podría dar por sentado algunas teorías...

miércoles, 21 de enero de 2009

Disonancias

Pensar en dos notas que concordasen en ese momento parecía imposible. El humo había consumido toda relación armónica. Por el momento, los sonidos peleaban por un lugar en el espacio golpéandose entre sí. No sólo eso. Podría ser el calor del vapor que dificultaba el tránsito de las sonoras ideas.
Eran las nubes reposando sobre el cielo las que arropaban a las estrellas, era la niebla la que las alcanzaban. Comprobaba su presencia repentina y móvil; la de las notas, que a su vez, viajaban sin acostumbrarse a un sitio especial, eran nómadas por voluntad, no por necesidad. Sus formas indefinidas, todas siempre relativas, cautivaban al más necio oído, al más sordo e ignorante. Podría ser una cuarta aumentada -comentaba un individuo que creía tener noción musical- o una segunda menor pero por momentos se vuelve tan consonante como una quinta justa o como un unísono donde desaparece una nota. Tal vez -exclamó su compañero poco más ignorante qué él en esos ámbitos de la música- tú escuchas conforme a tu estado de ánimo y, siendo en estos momentos tan voluble como el agua a diferentes temperaturas, me temo que es tu percepción la que desafina la armonía, pues yo, por otro lado, escucho una melodía y su base que la acompaña sin desafiar la tonalidad. No admito - contestó con larga cara- que la capacidad auditiva se vea distorsionada por depresiones pasajeras, enojos intermitentes o placeres efímeros.
Y mientras los sonidos viajaban através del tiempo y paseaban por todo el universo, seguían transmitiendo vibraciones totalmente subjetivas, tanto que no había acorde para distinguirlo o una escala como para saber su origen, acaso era la transformación de un nuevo concepto sonoro más viejo que nuestra natural relación de frecuencias y el gusto inducido hacia para con ellas.

lunes, 19 de enero de 2009

Hace poco que...

Acertijo en el que vivimos,
si la respuesta encontráramos
dudaríamos de su certeza,
olvidar la causa
y cosechar una historia
dentro de esta dimensión
que roba sólo a los pobres,
es una opción para responder
la solución que por ellos buscamos.

Acertijo propone la razón,
Descubrir como necesidad la inteligencia tiene,
y los que ignoramos si descifrable es la adivinanza
con calma buscamos supuesta solución,
que si problema es para los que la buscan y no la encuentran
un resultado es para los que fluir la dejan...

jueves, 15 de enero de 2009

Espejo y una luz de bengala.

Se acariciaba el rostro como si la belleza fuera cierta, como si existiera piel que alimentara tal hambre. Miraba en su cuerpo oro que no era ajeno, un negocio capaz de hacer olvidar lo miserable que se era antes y lo podrido que se volvería después. Su voz recitaría únicamente poemas; armonía en consonantes y vocales. Si la locura fuera un invento, él sería el creador.
Practicaba sus ademanes por noches, no perdía de vista sus manos que dibujaran perfectos círculos, sus pies, inquebrantables líneas. Los vestidos no lo engañaban y, siendo así, no titubeaba un minuto con alguna prenda en especial. Todo lo hacía desnudo. Incluso su miembro viril le era particularmente secundario. Fijaba toda su atención en sus ojos hasta el punto en que cambiaran de color. Los prefería negros. Los tenía negros. Los tintes, que almacenaba junto al buró, le eran insuficientes para las necesidades de su imaginación. Pensaba en alguna peluca pero bien sabía él que lo más falso no lo oculta ni el más sincero, y de eso, nada tenía él. No había planes para una cita, ni motivos para salir del cuarto, lo único que buscaba era salir de ese espejo.

jueves, 1 de enero de 2009

Cotidiana moraleja.

Había sido ya una semana que seguía con su berrinche, su deseo no se le había cumplido. No era precisamente que tuviese a un genio que le concediera sus caprichos pero siempre se las ingeneaba para tener lo que él deseaba. Esta vez quería unos zapatos. Soñaba con un modelo ideal para sus pies, un calzado del color que combinaría con ciertos pantalones y camisas. En la imaginación guardaba la foto de su ideal, casi como en una revista que precisamente vende calzado y nos muestra, de primera clase por supuesto, el vestido ideal para cierta ocasión. Sus ganancias no inquietaban al más miserable ladrón ni incitaba, mucho menos, al más mendigo volverse amante de lo ajeno. Era él quien soñaba con su perfume oloroso y costoso, con un reloj que no diera la hora, sino su situación económica y una buena posición social. Por lo tanto, sin importar si sacrificaría comida por lujo o comidad, el calzado era parte de lo necesario.
Tuvo que esperar una semana porque no tenía dinero, de haber sido lo contrario, en este momento ya tendría nuevo calzado. Su esposa, siempre muy previsora, le decía que si eran para el trabajo los zapatos mejor comprara brillo para darles nueva vida al ya desgastado calzado. Él, por su puesto, no cedería a tales peticiones porque se veía como el hombre más apuesto en la tierra. Tanto era su ego que olvidó el cumpleaños de su hija, la víspera de navidad, el aniversario de su esposa y comprar el mandado. Influenciado precisamente esos días por la euforia navideña, las posadas de pobres y ricos, por la presencia del dinero en bolsillos de terceros; sin la menor duda, el compraría sus insignificantes anhelos.
Llegó el día de paga. Pasaba el mediodía cuando fue a su trabajo -porque era su día de descanso- por la razón por la cuál trabajamos. Ni siquiera lo contó, confió en su jefe como nunca antes lo había hecho. La prisa era mayor, la necesidad de pisar nueva zuela parecía que lo dejaba paralítico. En menos de cinco minutos se encontraba sacando el efectivo de la bolsa, porque ni siquiera a la billetera echó la plata. Tal era su ansiedad que no se los probó y ni un comprobante de compra pidió. Fue así como tuvo su lindo calzado.
Era sábado de paga, de sacar la basura, de nochebuena, de estrenar. La comida estaba servida al llegar a su hogar. Su hija lo recibió con la elocuente felicidad de un niño que no conoce todavía la tristeza y él sólo pudo ofrecerlr la sonrisa que ha aprendido a mostrarse sin alegría. La esposa, por otro lado, únicamente observaba que un presente había comprado tal vez por el aniversario olvidado, el cumpleaños que pasó desapercibido o la sorpresa navideña. Nada de eso, era su tesoro, aquel que no necesitó mapa o enfrentó piratas para obtenerlo. Ella no pudo menos que aguantar el coraje, ocultar la tristeza, combatir la impotencia, dejar mudas las ideas. Cuando hubo terminado de comer, ese hombre de familia que se dice proteger el hambre de su rebaño, apresuró el encuentro con su compra. El empaque, la bolsa en la que venía dicho producto, todo cuanto él tenía en sus manos se redujo a los zapatos entre sus brazos. Ansiaba probarse el izquierdo o el derecho pero no los dos al mismo tiempo. Para esto, el empaque del calzado ya estaba subiéndose al camión de recolector.
Eran las diez pasado meridiano cuando todo estaba listo. El pantalón de vestir no presentaba arruga alguna, las calzetas parecían nuevas aunque no lo eran, la camisa presumia elegancia y el calzado no albergaba descripción alguna, pues era único. De un momento a otro se encontraba fajado, perfumado, peinado y descalzo. Los zapatos no le habían quedado. La ira que en ese momento se veía venir se transformó en depresión. El orgullo que el calzado le había regalado no cupo ni en sus pies. Rápidamente buscó la nota, la bolsa de la tienda, el empaque del calzado, no, no recogió ni el cambio.
La nochebuena no fue tan bondadosa con él. Al día siguiente nada había por hacer, el negocio permanecía cerrado hasta el lunes. El lunes trabajó y no tenía tiempo para reclamar algo que no podía comprobar. Decidió vender el fracaso al mejor postor. Obtuvo menos de la mitad de su precio.
Estaba en la esquina esperando el colectivo cuando en su horizonte se veía alguien en el suelo. Se asustó a primera vista pero luego enfocó bien y observó detenidamente a un señor que se arrastraba con sus manos en una especie de patineta que sostenía su tronco. No lo podía creer. Ni el calor del pavimento le hacía detener un segundo a reposar el calor de sus manos que lo empujaban. No tenía pies, no tenía piernas pero conocía algo más que la voluntad de seguir con vida y trabajar todos los días. Lo siguió. Caminó el intento de burgués y se arrastró el señor más de tres cuadras cuando se detuvo en una esquina, saco de su chamarra una alfombra con colguijes, aretes, pulseras, todo tipo de artesanía para el cuerpo. Después de sorprendido, notó que estaba a media cuadra de su trabajo. Si antes lo hubiese visto - pensó- hubiese entendido lo valioso que es andar descalzo.
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