domingo, 3 de enero de 2010

Un acorde de Mi.

Estanque diáfano,
ahogado en cientas
de conversaciones
inútiles y estúpidas
caerás hipnotizado
porque allá donde ondas
imagina un pantano
él solo conserva
un efímero oleaje
el de una hoja discreta
volando hacia ti
pero una hoja débil
incapaz de sostenerse
porque así lo quiere
porque así lo deseas
detendra su vuelo
su girar indeciso
su mirar indistinto
será para el fango primavera;
tus conversaciones pasajeras
fueron el aliento de un hombre
solitario y tu rostro,
dicen, por el reflejo,
un amuleto imaginario.

viernes, 1 de enero de 2010

Círculo de Sol

Fueron años casi a la misma hora, casi con la misma ropa, a veces diferentes casas (siempre eran hogares) pero siempre el mismo tema. Conoció poco de él, fue jardinero, a lo que ella recordaba. De los mejores, siempre decía. Él eso ya lo había escuchado pero la misma sonrisa mostraba, felicidad indestructible que los recuerdos ofrece. Lo conoció poco. Murió cuando el él tenía apenas seis. En la época que los recuerdos comienzan a buscar nitidez. Pero él lo recordaba como el gran papá que sus hermanos le decían que había sido. Respiré tristeza, la olí como si el fresco de un valle se metiera por mis narices. Y se enteraba cada reunión de lo que había olvidado la pasada: un hermano sin conocer, tanto amor que nunca se pudo dar. Hay mucho que llorar, hay mucho que llorar. El clímax sólo ocurría una vez en la reunión. Y después de este el silencio, la nostalgia, la reflexión, todos los ingredientes preparaban una tristeza efímera. Y nadie se salvaba de los recuerdos. Yo, alejado de la tertulia, recordé, lloré.
Lloré por él, por la persona que nunca vimos pero que llegamos a amar sin escatimar deseos, ansiedades que las distancias incongruentes incentivan para tomarnos de locos. Ellos también desahogaron los silencios bruscos que atormentaban su cabeza. Cuántas cosas te dije para herirte, hoy te vas sin ningún rasguño; tantos lugares que visitamos y a mí me has dejado los recuerdos; y todas las preguntas que te hice para quedarme hasta hoy con la duda. Pero la duda ha muerto, ¿de que sirven las respuestas?
La cena no se enfrió. Al menos nuestros cuerpos helados por la falta de calor, calor emergido de los mismos cuerpos, permitían al lomo de cerdo presentarse como recién salido del horno. La verdad es que habían pasado más de tres horas desde el primer recuerdo y el lomo en la mesa. Pero la memoria no recuerda el presente. Y el tiempo no cura nada, solo hace más difuso un recuerdo, pues han pasado años y te seguimos recordando, con un poco de dolor sí, te extrañamos, pero con más felicidad por el legado que nos has dejado.
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.