Hojas de otoño llevan tu nombre
poblando como soles bosques soñados,
poblando como soles bosques soñados,
imitando al ciervo o su oscuro tornasolado.
Horas que el lobo pronuncia tu nombre:
un aullido, conquistador de peñascos,
se repite, incluso en silencio.
Olas de oprobio que bañan al hombre,
sabedor -hacedor, de milagros,
cubren su rostro, por siempre ensangrentado.
Hondas pasiones sobreviven al hombre,
ser extinguido hace miles de años.
Ahora flotan perezosos cuerpos, sombras y espectros.