El cuaderno está vacío: te has ido.
Sólo quedo yo, desafiando síntomas del suicida,
en esta habitación contigua a la locura
arma blanca de ti brotan colores,
versos invisibles para morir oculto.
La pluma solitaria, diambula triste,
sin esperanza,
de la diestra a la siniestra,
como si fuera llama, mis manos,
incapaces,
sostienen, en gotas,
sus palabras.