sábado, 27 de junio de 2009

De cera es mi pluma.

Los melancólicos días de invierno:
Un frío espantoso que recorre verano
Aunque tu sol de primavera,
Cálido como el de otoño
Son historias que van
Las mismas que regresan.
Por años y por años
Llevamos el mismo nombre
Tratando de ser iguales,
Iguales a los que quieren cambiar
Día a día con penas añejas.
Entonces celebramos, sobre el betún
Contados nuestros años,
Una sobrevivencia,
Una supervivencia a las luchas realizadas.
Realizadas también en tu campo de batalla.

Esperábamos diciembre
Sus luces, sus abrazos
Y así nos dimos cuenta
Lo efímero de un aplauso
Como hoy en tu cumpleaños
Que al abrir tus regalos
Mirar el pastel como
Apapachada por un abrazo
Advertirás no son los ingredientes
Que en un día esperamos
Como el cariño que deseamos eterno
Cuando no lo tenemos.

En las prisas,
Las de todos los días,
Se percata uno mismo
De que los años son para el tiempo
Y el tiempo es para nosotros.
Es para olvidarlo,
Pensar que son las cuatro,
Que son las cinco y no te has ido,
Que despiertas a las seis
Ya son las ocho,
Que tu cumpleaños es hoy
Ya no mañana.
Debo decirte:
Mañana,
Mañana también cumples otro año.

viernes, 26 de junio de 2009

"Forward"

Háblame bajo la sombra,
la sombra de un manzano,
la sombra de un cómplice árbol,
él ya lo sabe todo,
pero debajo de una sombra
que el sol descubre nuestras intenciones,
las mías de tomarte,
las tuyas de beberme.

Escúchame de noche,
porque las palabras no las verás
ni las estrellas las iluminarán,
y átame,
átame al manzano, átame al árbol
para no hacerte daño
con mi navaja guardada en los labios,
astutos labios bien entrenados.

Yo te vi de día,
y un fuego de madrugada
tu rostro aparentaba
como señal enclaustrada
las nubes que avanzaban;
colores y terciopelo;
labios: un beso,
el beso: un deseo.
Adiós.

martes, 23 de junio de 2009

Fue ayer.

Cómo olvidar tus manos en la bolsa, buscando dinero, encontrando las llaves, moviéndolas, sacudiendo la tierra, tu cuerpo inclinándose con el vaso apenas sujetado, tu ironía descartada y una riqueza aparentada, si cada vez que me veo al espejo tu figura se engrandece, me aplasta, me enloquece. Tu traje, el de hoy, es grandioso, lujosas tus facciones como el dinero bello que no llega a los pobres, tú que al hambre has olvidado, ahora pueriles necesidades. Tu bebida se acaba, tu sed no sacia, no te preocupes, volveré a llevarte otra copa más, una sonrisa sobre la charola; servida y amortajada, no importa, mi espalda. ¡Ay! Te preguntaría la hora pero el tiempo de los pobres no se da en relojes de diamantes, aunque falsos, estridentes en su tic tac, además te tengo que invitar una copa más;o sea, me tengo que quedar.
Cuando serví el veneno la noche aparentaba felicidad, hartas risas efímeras se propagaban con euforia determinada como el veneno en sus gargantas ya cantaba golondrinas ensimismadas.
Entonces yo, cazador, te alimento con una pócima y tú la bebes gozoso, feliz por la gracia que el placer te presenta y tu riqueza hereda.

Una noche con las letras.

Se llaman letras. Hace tiempo que las conozco, no a todas por igual pues unas son más conocidas que otras. Las más famosas tienen muy buena reputación además de gozar de muy buena amistad con las demás en la empresa. Mis amigas, las famosas, trabajan en la industria del lenguaje en conjunto con sus compañeras las Consonantes; mis amigas, las famosas, se llaman Vocales. Trabajan en la empresa Castellano, se dedican a formar palabras con la finalidad de crear ideas. Las conocí a las vocales en una tertulia hace poco menos del mes. La primera en entablar una conversación, por cierto muy amena, fue la A. La verdad que su figura me llamó tanto la atención, demasiado, que pensé en persuadirla para tomar un café y hacer de ese encuentro una noche romántica. Al charlar unos minutos advertí que sería imposible acercarme a ella sin yo caer enamorado y no ser correspondido. Se lleva bien con todas las Consonantes y fue así como me di cuenta de su humildad y nobleza. Me presento esa noche, la primera, a su hermana la O, muy simpática de voz grave, de seguro contra alto, de estatura de metro y medio y llenita, bueno, más bien gordita. Me divertí, no dejaba de ofrecernos chistes de los más variados géneros. Ellas, entre una y otra, entre la pausa y el descanso, un suspiro y comienza otro relato, me hablaron de sus demás hermanas, ellas eran la E, I y la U. De la E me dijeron que simplemente era la más enojona de todas como la más estudiosa, estricta en sus quehaceres y emprendedora en cualquier empresa. De la I solo cosas increíbles. La U, que llegó justo cuando hablabamos de ella, hablo de sí misma no muy convencida, tal vez estaba deprimida ese día.
De las consonantes, al parecer solo compañeras de trabajo, por otro lado, con un talento muy variado, hablamos poco. Cierto es que entre ellas, las consonantes, las hay taciturnas como la Hache, áperas y rudas como la Jota, secas como la Ka y líquidas como la Eme. Comentaron algo muy curioso sobre la Zeta, tanto que el interés ha crecido desde ese día, y dicen que la Zeta no goza de muy buena reputación en la empresa Castellano como en otras empresas, tan es así que aquí la confunden con la Ese o a veces hasta con la Ce. Y, por si fuera poco, no tenían derecho a comportarse así con ella pues si bien no tiene mucho trabajo y no se lleva bien con todas es porque siempre ha mantenido una cierta exclusividad en su trabajo. No la conozco pero sé que lo que se habló de la Zeta es cierto.
Las reuniones de las letras siempre tiene un propósito y la reacción de una reunión que lleva entre ellas un propósito aunque sea el de convivir, deja algo bueno. En los últimos encuentros resolviero algo sobre las sílabas. En ese acuerdo catalogaban el papel de cada Consonante dentro del resultado de un producto (la palabra) fue así que la Jota, G, Ka, Qu, Ce, a la sazón formaban un grupo muy reducido llamado Guturales, así tambien se crearon otros grupos con el nombre de Dentales, Labiales, Nasales y sus combinaciones LinguoDentales, LinguoPaladentales, DentoLabiales, etc.
Tenían sus accesorios dentro de la empresa, eran especie de alhajas que las hacía resaltar como el la comilla arriba que le llamaban acento, a una línea intermedia que usaba exlusivamente la n llamada circunflejo y los aromas, como los prosódicos que acentuaban la presencia exclusivamente de las vocales.
He sido invitado por un par de vocales inseparables que les llaman diptongos, me han dicho que habrá una tertulia en casa de la De, creo que será un pretexto para conocerlas más...

domingo, 14 de junio de 2009

Juegos de mesa.

Coge un sueño,
Échalo al cesto,
Por falso,
Por cierto
Deseo provocado
Como el ánimo
de tus risas
que giran
y giran
por pura prisa,
Como la blusa
que cae
noche
tras
noche
Y,
Que después,
Resulta
El final
De una cena.

Dime mi nombre;
Adivina eres
O para ti,
Todos
Se llaman igual,
Porque así aprendí
Prestidigitación
Y con las manos
Sé si me aman
Como
Por tus labios,
Que nunca hablan.

Los dados son:
Un juego de azar;
Número par,
somos impar;
tú y yo lanzamos
A la serpiente,
Sube las escaleras,
Sueltas la mano,
Me dejas.

Me dejas allí:
Un juego de mesa,
Lo buscas aburrida.
Lo encuentras por el azar,
Sí, te gusta el azar,
tirar los dados y
Sacar un número par.

viernes, 5 de junio de 2009

Amante de verano.

Sus manos caminan de piel en piel
Percibiendo calor,
Abandonando humedad,
Rompiendo el cristal,
El de la castidad;
Tersas, sin vestigio del suceso cruel,
Sus manos caminan sujetando los pies.

Persiguen olor, el dulce aroma miel.
Se figuran cientos de palabras por pronunciar
Todas y ninguna de ellas se alquilan
Mientras el dinero se use para comprar
Mientras comprar sea solo por necesidad.

Y, de piel en piel, llegado el amanecer
Soy sorprendido robando tus alhajas,
Imitación del oro verdadero
Dislumbrando a tu alrededor,
Pero la culpa es siempre legítima.

martes, 2 de junio de 2009

Al final de la zeta.

Me preguntaban por el Zócalo, en ese momento otras personas gritaban "sácalo" al poco tiempo después agregaban "sécalo" , no sabía del Zócalo, ni de lo que iban a sacar como secar. Pero fue suficiente para darme cuenta que la realidad era ambigua. La casa de color azul ya se confundía con el cielo nítido, entonces ignoraba la dificultad de llegar al cielo como a la casa azul. Los arbustos verdes estaban plasmados por la naturaleza, que a su vez cuando quise cojer un fruto noté
que era un mural y, los frutos también tenían el mismo sabor. Los turistas, en poco tiempo olvidados, muy pronto recordados, fumaban ahora un cigarrillo, preguntaban por el Zócalo, y seguían fumando. De pronto civilizaciones extintas saltaban de nuevo
a la vida. Me pareció ver algunos Etruscos y sus viejas costumbres labrando vasijas, elaborando armas, hablando en teoría. Y era como es. El tiempo no había pasado, o ahora dependía de mí. Los cretenses desaparecían para darle vida a Guaycuras que buscaban, cazaban, recolectaban, guardaban alimento, sustento como un respiro.
Es impreciso dar detalles de cuanto veía, abordaban las más extravagantes situaciones en un saludo, en una mirada al viento que chocaba con otra mirada, la misma que se fusionaba para mezclarse con otras, la ceguera de los turistas, la realidad imperante poco a poco era conquistada por fantasías, la gente que antes era gobernada por tiranos se curaba con licor al tiempo que conmiseraba su vida entera,
como el opio, su planta favorita, proyectaban lúcidos sueños, desvanecía la tez, invisibles porque no los vi, a ellos preguntando por el Zócalo, al espacio ocupando lugar.
Del otro extremo, rostros de cartón, reciclados, y disponibles para reciclarlos otra vez, cuantas veces sea necesario, hundirse en un pantano para aparecer en altamar y arrivar a la luna, viajar al sol para traer calor, sumergirse en una nube y beber su agua para ahogarse en la lluvia, reencarnar en un mineral, volver al mar, sal.
Ellos seguían allí, soportando la parsimonia del semáforo que indiscretamente seguía en rojo, indudablemente no había verde, otro cigarrillo, el humo se disuelve en sus rostros apresurados, ansiosos de un color, optaron por amar el rojo, pero este a su vez se acabo, la sangre empezó a correr, la vida en diminuendo, no soportaron más tiempo para volver a amar el deseo de un color, de un verde, adelante, entonces amaron por siempre el rojo, detenidos en la esquina, frente a mí, fumando un cigarrillo, esperaban de nuevo con el ojo saciar la ansiedad, con el tacto cumplir la promesa, el Zócalo frente a ellos, mi navaja en su vientre consumó la devoción de sus deseos.
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