sábado, 28 de febrero de 2009

De espalda a casa.

Doce horas de espalda a casa, fatigado,
amenaza la voluntad rendirse en llanto.
Once veces pienso en la hora que llevo, fastidiado,
atenta la vesania ser mi compañera en el llano.
Diez onzas no bastan para ignorar, castigado,
la ambición que aspiro obtener, un esfuerzo vano.

Nueve hombres a mi lado, desauciados,
arriendan su vida al depravado dinero.
Ocho horas con la espalda al suelo, cansado,
advierte el sueño las necesidades del cuerpo.
Siete días que aprueba la semana, uno de ellos,
admite una semenajanza a la libertad.

Seis párrafos contemplan una estrofa, moribundos,
aquéllos, soportan la codicia de la materia.
Cinco monedas evaluan la riqueza, disimulada,
entre millonarios y asalariados.
Cuatro de ellas en bolsa de pobres, insaciables necesidades.
La otra, solo una, la mantiene un millonario en su bolsillo.

Tres millones hacen desgraciado al más rico, necesitado,
al más humilde encuentra la riqueza en una sola moneda.
Dos oportunidades necesité para comprobar, tú, riqueza,
como la más grande de los males humanos.
Uno, solo uno, mostró a la opulenta humanidad, la pobreza,
como una herramienta que alimenta al alma su insaciable apetito.

viernes, 27 de febrero de 2009

Ente.

¿Por qué soy lo que seré sin ser antes lo que fui? Era. Pero, ¿He sido? Había sido. Si fuera yo siempre por lo que hube sido,¿en qué momento sería sin haberlo sido antes? Entonces ya lo habría sido.
El que yo haya sido lo que ahora soy, el que yo sea lo que mañana seré o el que yo hubiese sido lo que ayer era, no es más que el verbo ser en diferentes tiempos conjugados.

martes, 24 de febrero de 2009

Meses después.

Oculta agonía en la flor de primavera
es acaso el deceso de una ilusión
u otra coincidencia en esta depresión
como risa indefinida en una charla interrumpida.

Son sus pétalos evitando caer,
es la pérdida de creer en,
o es la fe la que culpa al amanecer
y todo esto tiene que suceder.

Como una fórmula la vida
como sus números el tiempo
siendo nosotros el objeto
el resultado: muerto
y todo esto tiene que suceder.

Sin fe, sin culpa. ( I )

De un pálido café era aquel pastizal del valle que sostenía la tragedia de un héroe, el drama de un protagonista. Los encinos, alejados por la naturaleza, no daban siquiera una sombra a este débil hombre que guardaba en su memoria las mejores hazañas que por su raza puediera realizar.Había trabajado exageradamente las veinticuatro horas de un día, es decir, las cien mílesimas que tiene un segundo, los sesenta segundos que tiene un minuto, los sesenta minutos que dan una hora y, así pues, los trescientos sesenta y cinco días que a veces resulta un año. ¿A qué dedicaba cada instante, constante e infracmentable? Por ejemplo, buscaba algunas virtudes, entre ellas las cardinales. La justicia era para él una importante virtud, allí residía, a su punto de vista, la relación con el Derecho natural. Y, el Derecho, lo tomaba como el equilibrio de dos fuerzas circustanciales dentro de una sociedad. Otra virtud quería encontrar en él, y esa era la templanza. Primordial porque era, según él, la que te hace capaz de regular los instintos y darle cabida a la razón mediante la voluntad. Los bienes materiales con esta virtud, desaparecían como un mero logro y alabanza a sí mismo. Una más con estrecha relación era la prudencia. La prudencia, como virtud, mostraba él, es parte del resultado de lo justo y lo injusto , de la tolerancia y respeto para con las personas. La última de ellas era la fortaleza. Sin duda, desde su perspectiva, era fundamental para que la razón actuara y no quedara hundida en el temor de ser o no ser. Era la que daba el empuje para vencer el miedo cotidiano, la que demostraba su posición mediante actitudes positivas dejando prejuicios que generan miedo hasta en los hombres más justos.

Es necesario aclarar que no lo aprendió de los libros, y tal vez para él no tenían el mismo nombre como el que antes les he mencionado. Sin embargo, sabía la presencia de lo justo, palpaba la templanza, intuía con prudencia y sentía fortaleza. Los pilares que sostenían tales ideales eran alimentadas por la misma sociedad en la que vivía. Todos se culpaban, unos a otros, llegaban a golpearse, a matarse incluso. Y se culpaban hasta por lo más mínimo alcanzando a herirse por lo más enormemente mínimo. Así lo veía él. No había cosa tan grande como la misma razón que nos da capacidad de hacer todo aquello que de nosotros depende, diminuto, pequeño casi invisible. Las aflicciones que día y noche azotaban a su mártir sociedad eran, por un lado, un incentivo para seguir en ello y, por otro, para preocuparse de sí mismo y no caer en esa letal enfermedad. (...)

lunes, 23 de febrero de 2009

Espontáneo

Cuando el lento es viejo
tiempo adentro muero ciego.
Cuando el dinero busco
delirio encuentro y, condeno
al viento depresivo,
al hálito persuasivo,
al hombre que detrás de él camino.

jueves, 19 de febrero de 2009

Luna creciente

Qué noche tan excitante la de ayer. La Luna que coloreaba con brillo ajeno la suerte de las nubes y el helado viento que cantaba entre los árboles escasos de este valle eran los principales actores de aquella escena que comenzaba. Pocas estrellas se prestaron para brillar pues ese astro, que mostraba luz sin temor, era la atención principal de cualquier mirada a la oscuridad. La soledad nunca había sido tan evidente como la víspera y, por otro lado, tan satisfactoria e indescifrable. Sentado sobre cualquier piedra que quisiera acompañar en este viaje sin movimiento, en este silencio a canto abierto, meditaba la ventura de las hojas que caían y se levantaban para unirse a esa sinfonía de la nostalgia que tocaba sin cesar las puertas de la opacidad.
Todo parecía tristeza perpetua pero de un momento a otro aparecía la felicidad repentina y también fugaz, todo cambiaba sin excepción. La Luna bajaba con ganas de esconderse bajo un monte, las nubes corrían sin detenerse como si huyesen de un crimen, los árboles se desnudaban sin pudor y se cubrían con vergüenza sin conocer la diferencia, las piedras cambiaban tanto su color como su figura y muchas de éstas desaparecían con frecuencia. Yo, por el contrario, seguía siendo el mismo, viajando sin movimiento, dormido y en pleno sueño.

Antes de nacer.

Aborrece sonrisas sembradas por costumbre,
calla los argumentos nacidos por el silencio
asesina la felicidad que lo vuelve desafortunado
sabe lo extenso que su ignorancia será
oprime tal injusticia que la razón lo condicionó

Mientras tanto, finge vivir entre muertos
usando vestimenta de algún vivo
estudiando una forma para desaparecer
reprimiendo anhelos, suicidándose para estar vivo
entre muertos que caminan, que respiran.

jueves, 5 de febrero de 2009

Mujer es.

Amanecí herida con una triste mirada perdida.
Busqué en el viento un vano reflejo de esas palabras de amor.
Tuve el valor de abordar una batalla,
de encarar con lágrimas esa mano que se alzaba.
Fui una guerrera sin armas pero con razones
para matar tu esperanza de mi derrota anunciada,
de nuestra victoria pactada.
Vuelvo a caer entre mortales abrazos,
en ese vendido júbilo que me das
para así escuchar inventadas alabanzas,
mágicos besos como un bálsamo de la amargura.
Prefiero morir sin alimento,
caer rendida en la tierra
y con el tiempo cubrirá mi viejo cuerpo transtornado,
con retoños que prometerán recordar aquella alegría
que no fue parte de una mentira.
El dolor que persiste como crónica enfermedad
alimenta mi espíritu
para no fracasar en encontrar
una sonrisa, la felicidad.

domingo, 1 de febrero de 2009

A contramano.

Es como un veneno que se traslada con paso lento la brisa de un mar sediento. Delirio en los recuerdos, es el pasado ocultado bajo tristes pupilas de sal. Lujuria exquisita, mal sin desertores, todos somos culpables por pensar en la abstinencia y hablar de obediencia.
Recorriendo con caricias tu cuerpo pretendo encontrar tu vientre, antídoto y libertad, entonces me declaro en busca de la inmortalidad.
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