lunes, 20 de abril de 2009

El humo de un pueblo.

De rara fisonomía, de opaco y borroso paisaje es Salamanca. Pueblo situado al sureste del estado de Guanajuato. Su nombre, producto de la conquista, viene de la ciudad natal del fundador. Aquí, todos conquistados, siguen el mismo trazo desde hace cuatrocientos años. La villa, que antiguamente así se nombró, vive practicamente en coma. Estado comatoso. Asimilando como un cuerpo su suelo, edificios, habitantes, incluso el mismo cielo, la ciudad apenas y respira. El tiempo no es precisamente progreso en este municipio. Hace varias décadas los caciques se han encargado de enfermar sus calles con letales baches, aplacar el alma del salmantino con infame limpieza, de hacer la cotidiana vida en algo un tanto depresivo.
La ciudad no ofrece mucho a los turistas si es que algún despistado se atrevió a pisar sus tierras. El río que cruza y que a la fecha lleva el nombre de Lerma no tiene ganas de mostrase pulcro a los viajeros. Su olor, ya desagradable por los desechos, ya muerto por las aguas negras, terminan por darle ese turbio color a sus aguas. El cauce de negras aguas practicamente divide a la ciudad puesto que hay tres puentes, dos de un solo sentido y uno de doble. Salamanca no es de grandes edificios pero para esa vista que desea ver hartas luces en la noche o infraestructura por la mañana, se encuentra con la refinería. La misma se encuentra al norte de la ciudad y ha de comprender alrededor de 1/8 parte de ésta.
Económicamente hablando, el petróleo es el sustento de este pueblo. La clase baja abunda, los ricos explotan sus necesidades, todos somos felices. Los que menos felices son, no dejan de serlo, al menos eso parece. No se quejan, no hablan, ni son mudos. La indiferencia es una típica especia que sazona cualquier plática respecto al Estado.
La gente en general es muy trabajadora, aunque si bien es cierto que la actividad de este pueblo empieza apartir de las 8 a.m., y termina alrededor de las 9 p.m., la jornada es siempre pesada, por lo regular duran más de nueve horas además de no otorgar en algunos casos, descansos y mal sueldo que impera en la mayoría de los negocios.
Para compensar las quincenas de los petroleros en la economía salmantina, organizan tianguis los días miércoles de la semana. Ubicado en el centro de la ciudad a un costado del mercado y abarcando cuatro calles. Es una buena estrategia para que el dinero se mueva y circule entre semana. Día axial. Aquí no se intercambia cosa extravagante, acaso encuentras utilerías para las chicas vanidosas, piratería de todo tipo, garnachas, verduras, artículos usados, autos, dulces, todo lo que parezca trueque.
Salamanca es uno de los 46 municipios que cuenta el estado de Guanajuato, guardan muchas similitudes entre ellas pero, por otro lado, tienen un punto en particular cada una, las momias de Guanajuato como sus callejones y túneles la hacen única en el país, la industria del zapato en León es una de sus principales características, al igual que las fresas en Irapuato representan un emblema, la refinería en Salamanca es el espectro que le da forma a ésta.
El humo de este pueblo sigue viajando en formas indefinidas, nosotros seguimos descifrando alguna señal de vida.

domingo, 19 de abril de 2009

Medidas para el amor.

Si las distancias existen es porque acostumbramos a medir objetos que no tienen longitud, sujetos del objeto del sujeto que lo invoca. Palabras que no podemos tocar, tinta viscosa en cartas de un enamorado, de un viajero apasionado.
Para el espacio que se interpone entre nosotros, vacío transformado: seres de papel, objetos de carne, tierra hojarasca;hay artimañas, neutralizadores de medidas: el cuerpo flota, y tú aquí.
¿Cuánto? Dime tú. Yo no sé de cantidades, números, fórmulas, ni conversiones. ¿Cuánto? Dime tú. Yo ignoro la equivalencia de la distancia entre la tierra y la luna como de tu amor hacia mí.
¿Cuánto? Dime tú, para saber todo lo que te voy a deber.
Aquellos pies decidieron medir, paso a paso, la distancia que tu amor recorre por mí. Aquellos pies no los he vuelto a ver. Sigo flotando, sin un gramo que me detenga en la tierra hojarasca, y tú aquí, a un lado de mí.

jueves, 2 de abril de 2009

Fragmentos

¡Sagaz ladrón, huye de ti, no de mí,
Juzgarán tus actos, serás condenado,
silencio perpetuo, en una cárcel de poetas,
completa ceguera donde las letras se revelan!

Primavera.

Muestra al viento el vuelo de las hojas que de tus pies arrancaron,
De tu boca, palabras en vano, ejercicio que entorpece al abecedario
Sobre tus pies, vanidad de un sol de verano, yacen sonámbulos
Sueños descalzos, figuras desnudas cubriéndose con la luna,
Tu ánimo se sepulta entre escombros de locura, insana amargura.
Instante febril por el que debes morir, de la luna al sol, del sol a la tierra,
Donde dejas esencia juvenil que emana de tus sueños, encuentras
Tierra árida, antigua compañera de la soledad y su cordura.

Muestra al tiempo el cauce del río que en tus pies se ha secado,
De tu boca, deshidratada sonrisa, movimiento que finge el cuerpo,
Sobre tus pies, cual piedras del río, hombres han dejado su voluntad,
Sueños descalzos, pronto vendrá otro valiente para tomar tu nombre,
Tu ánimo se ahogará en el pantano, grave ausencia del movimiento.
Instante febril, todo quedará como un júbilo crucificado;
Donde abandonas al espíritu, sacrificado y embalsamado, encuentras
Tierra árida, indispuesta a cosechar tu semilla, mentira que germina.
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