lunes, 4 de octubre de 2010

Espionaje desde el urbano.

Cinco segundos son pocos. Es casi nada cuando sintonizas el partido de la semana, abres la cerveza y que venga la botana; no sirve de mucho si vas con tu novia a las afueras para fajarla y sexo; ese tiempo apenas sirve para bajar el cierre, sacar don pene y nada; ni siquiera para el chisme del vecino cinco segundos son suficientes. Pero bastan, muchas veces hasta sobran para verte en el abismo de la incertidumbre, para verte sumergido en el egoísmo de tu felicidad ¿Los demás? ¿Quiénes? Qué alucino si yo solo existo, la tristeza ajena es solo para entretenerme, qué vida tan aburrida la mía si no observo y disfruto tu derrota.

La angustia a esas horas suele verse poco pero lo de ella era inevitable, estaba a punto de romper en un llanto cuando impotentes. Y me sentí estúpido, animal sin escrúpulos y salvaje porque la veía y no comprendía su mirada líquida hasta que vi sus ocho meses de embarazo, cinco guayabas que sostenía y una cubeta a su costado que la acompañada. Entre ella y yo había un mundo comiéndose a sí mismo, significa que estaba ocupado alimentándose y es cuando menos presta atención uno a lo tercero. La gente y sus quehaceres; la fruta, corre que la fruta se acaba y con qué vamos a hacer el agua; ¡Mierda! se me hace tarde y mi jefe me espera, pinche vieja como no cruza y el de la combi que se espera; ¡Hijo! ¿Qué zapatos para tu fiesta vas a comprar? anda pruébate estos; ¡Ay! mi cabeza no la soporto, me da la gripe, me da la gripe, deme por favor paracetamol para este dolor. ¿A quién le importa una desdichada? De milagro no la pisotean.

Tenía mis prisas. Iba tarde a mi trabajo, el dolor de estómago y las ofertas que mi bolsillo no alcanzaba a pagar me hacía menos, y buen consuelo cuando ves a alguien más desdichado que tú; la situación me pudo haber hecho más feliz. Hoy no se trataba de eso. Era ella más solitaria que yo. Su marido (si acaso tiene) me lo imagino un habitual de la cerveza y de la violencia; en el mejor de los casos, para ella, era el haber sido abandonada por un imbécil no menos alcohólico que "el copas", al que le agravarían en su agenda una tanda de compromisos. Acaso su familia en peores condiciones y ella adelante. Porque esta es la guerra más sigilosa e invisible que enfrenta el ser humano; un destino que se escapa de las manos, al menos nos han hecho pensar que hemos podido controlarlo. Pero cuando la desgracia es constante, cada segundo insoportable, entonces la lágrima se columpia allí y no caerá porque hay orgullo, hay esperanza. En el vientre está el oro. Nadie se lo robará.

No nos sintamos mal por haber oído tales infortunios. Aun si la desgracia fuese mayor en dos o tres días de esto nos vamos a olvidar de su rostro, de su angustia. Sí, no dejes de ahorrar para comprarte tu iPod, ¡qué va! Mucho menos planees sacrificar un fin de semana para pensar en lo que ni te convence ni te compite. Es la vida de ella la que le ha deparado incontables desgracias. No nos preocupemos más de esto, al fin, es solo un tema para platicar.
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