martes, 26 de noviembre de 2013

Los enamorados, los que amaron.

Los enamorados escriben cartas, se escriben en nubes perennes esperanzas; mejor aún, se atan a la eternidad que al fallecimiento de las almas; sus besos son inmortales, pero no dejan heridas como cuando se ama, sólo el vestigio de un sueño, de un adormecido deseo.
Los enamorados se necesitan, se atraen desde los polos más distantes, se encuentran, uno a otro, en las noches más oscuras y espesas.
Ellos ignoran que el amor está lleno de tragedias, de falsas promesas, de besos que apenas sobreviven un instante; guerras tácitas, sangrientas, donde las caricias aciertan, penetran en el corazón enemigo. ¿Enemigo? Ignoran las batallas después de una alabanza.
Los que amaron no aceptan el futuro, viven del presente recuerdo clavado en su memoria, como agua en las tierras subterráneas de un desierto.

Los enamorados escriben cartas; los que amaron, las destruyen.
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